Los jóvenes comparten su fuego
Ignis Christi: 13 de marzo de 2020
Diría que el Ignis es una instancia donde puedo reconectarme con Jesús y la Mater, ha sido una de las mejores iniciativas que se tuvo como Movimiento y de las más sostenidas. Saber que no tengo que esperar a una misión para ver ese cuadro de la Mater grande rodeado de luces, luces que destellan de Ella. Sentarme en el piso y sentir el cobijamiento de un santuario, pero en Montevideo, es lo más lindo que uno puede sentir. El querer quedarte en ese lugar y sentir que la Mater te está abrazando.
Todo empezó como una idea después de Jornada Nacional de la Juventud. Decidimos ir a la sede de nuestro Movimiento, a llevar unas cosas y como todas las locuras de las Mater se dio que todos esos corazones que estaban ahí se abrieron y salieron oraciones, reflexiones muy lindas. Una de ella fue, esta es nuestra casa, este es nuestro terreno, transformémonos en un hogar, en un lugar de calor, de encuentro. Tenemos que conquistar este lugar y hacerlo propio. Y así empezó todo. Un par de jóvenes sentados contemplando a la Mater, en una sede que sentíamos distante, pero que poco a poco fuimos sintiendo como nuestra casa.
Y fue sin duda una montaña rusa, nunca sabíamos si venía una bajada o una subida, nunca sabíamos cuánta gente iba a ir. Solo sabíamos que la Mater nos pedía eso.
Que conquistemos nuestra tierra y pongamos todo el amor en ese lugar. Y así fue. La gente se sumó y se vivieron muchas cosas, fue y seguirá siendo un trabajo difícil, donde todo es granito a granito, como toda conquista. pero vale la pena todo el trabajo, todas las alergias de limpiar el polvo y todos esos viernes que terminábamos tarde doblando telas. Porque en el momento que te sentabas al frente del altar y el solo sentir una plena entrega, lo vale todo.
En cada encuentro se proponía algo distinto, una temática o una idea. Pero lo que nunca cambió fue el sentido. Llegaban los viernes de Ignis y era sentir que la Mater te estaba pidiendo que pares, que pares de vivir tu día a día en la locura del mundo moderno, personalmente yo llegaba y decía, era justo lo que necesitaba. Y así fue, era lo que necesitaba para terminar de entender que no hay como una vida cerca de Ella y siguiendo el camino de Dios.
Particularmente, para este Ignis, nos habíamos preparado mucho… era el primero del año, teníamos muchas expectativas y aparte estábamos cada vez más cerca de irnos a la misión de Semana Santa, Tabor de María. La adoración fue con esa temática, subiendo las escaleras del campanario como si se trata del Monte Tabor. Para que cada persona que asistiese pudiera vivir allí el Tabor y tener un encuentro con Jesús transfigurado. Fue horas antes de la adoración que nos enteramos de la llegada del virus a Uruguay, y fue con esa vivencia de fe que todos nos vinimos a nuestras casas a terminar la cuaresma en cuarentena.
Sobre la experiencia del Rosario con nuestra familia de Schoenstatt-Uruguay durante esta Cuaresma y cuarentena.
Nuestro Padre Fundador quiso enseñarnos siempre a escuchar y leer las voces de Dios en los distintos acontecimientos y así responder al tiempo actual. Hoy, nuestro presente se ve marcado por la crisis que desata a nivel mundial la pandemia del coronavirus, obligándonos a permanecer en casa, a encerrarnos, a aislarnos socialmente y adaptar tanto los deberes de nuestras rutinas como la libertad de nuestros ratos libres. Estamos todos atravesados por esta realidad que, en muchos ámbitos, naturalmente, desata caos y sinsentidos… nos descoloca, nos paraliza, nos aburre.
Mientras tanto, en nuestra Familia -siempre en contacto gracias al gusto por compartir nuestra fe en la diaria- se despertó la voluntad de ir más allá de estas reacciones meramente humanas, buscar a Dios en todo esto, y hacerlo juntos. Pensando en que estamos en Cuaresma, tiempo de profundizar en la oración, a lo que también el Papa Francisco nos instó en estos momentos, pensamos en un arma que siempre tenemos a mano… fuerte, que nos ayuda a cultivar la paciencia, la templanza, recorriendo los distintos momentos clave de la vida de Jesús, nuestro Norte y nuestro Guía en todo, de la mano de María, nuestra Madre y Maestra. ¿Qué arma es esta, tan concreta y poderosa? El Rosario.
Tiene también la particularidad de hacerse más llevadero y entretenido si se reza en compañía, haciendo turnos, cambios, ¡con música! Así vamos poniéndole nuestra impronta. Y como parte de todo el desafío, nos toca rezarlo “solos” en casa, conectándonos por internet, de Santuario hogar a Santuario hogar. ¿Podríamos llegar a pensar que no estamos unidos? De este modo estamos muy cerca, y nuestra Mater entre nosotros. No vemos nuestras caras, pero vemos la sencilla intimidad del Santuario hogar o el rinconcito que cada uno preparó para este rato. No vemos a quienes lo siguen y rezan, pero leemos sus intenciones, accediendo así a parte de sus corazones.
Resulta entonces que este tiempo, lejos de distanciarnos, nos ha acercado: nos ha puesto más en contacto con nuestro Padre Kentenich leyendo a diario sus oraciones del Hacia el Padre, con el Rosario del instrumento, con las líneas que dedicó especialmente a Dios y a María en cada misterio, a cada paso. También nos abrió al mundo, porque con el uso de las redes fomentamos nuestros vínculos con otros schoenstattianos, los incluimos, rezamos por ellos. Mezclamos idiomas, nos animamos a rezar todos en uno, y vamos intentando pulir, noche a noche, las cualidades técnicas de esta herramienta que tanto nos da, para que los más grandes puedan disfrutarlo mejor.
El Rosario en cuarentena nos está enseñando a darnos de una forma nueva, está siendo un reflejo, una paradoja de esta cuaresma tan especial en que nuestras misiones se actualizan, cambian de forma y adquieren incluso más valor, porque es un tiempo especial para la reflexión, la introspección, la convivencia y la escucha; y Schoenstatt puede dar respuesta sólida a los desafíos de este tiempo.
Ver video de unos minutos del Rosario en Instagram juventudschoenstattuy
Ver video de otro momento del Rosario
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