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Misión Tabor

Este año tuve la suerte de vivir mi segunda Tabor de María. Ya teniendo las expectativas altas, en base a lo vivido, estas fueron superadas por muchísimo. Es hermoso poder vivir algo tan importante para los católicos, como lo es la Semana Santa, llevando ese mensaje de amor y esperanza puerta por puerta. Teniendo la fe de que en verdad Jesús va a resucitar y compartirlo con alegría con la gente del barrio.

Por otro lado, también se pudo vivir la importancia y el significado de cada día de esta semana, cada vivencia de Jesús, de esta manera entender su sufrimiento. No solo entender ese dolor, sino que también vivir la felicidad y celebración en el momento de su resurrección.

Esta alegría se veía en todo momento, sin estar en nuestras casas, todos nos sentimos como si estuviéramos ahí, con esa calidez y el cobijamiento que tanto buscamos compartir. Destaco la disposición de todos que a pesar del cansancio siempre estaban buscando cómo ayudar al de al lado, todos dispuestos a compartir y abrirse. Se sentía la presencia de Jesús en todo momento, todo lugar, cada misionero y cada persona que nos recibía, en cada sonrisa y cada lágrima.

Todo salió perfecto, tuvimos en mente durante la misión que todo lo que hacíamos era por y para Él y por eso nada podía salir mal. Siento que pudimos expresar un poco lo que significa este Movimiento para cada uno, dando a conocer un poco lo que nos caracteriza, el sentimiento de hogar y el amor hacia la Mater, ese amor que nos motiva a darla a conocer en todo momento y lugar. Me dejó muy feliz ver a nuevas personas buscando sumarse a la juventud y queriendo conocer más de la Mater y de Schoenstatt, porque significa que algo bien hicimos.

Siempre después de vivir una misión con este Movimiento, me quedo con ganas de más, con las ganas de vivir esa alegría misionera todos los días. Solo tengo palabras de agradecimiento para cada persona que dio su sí, que se dejó llevar por su amor, que eligió pasar Semana Santa viviendo la misión a la cual fuimos llamados en lugar de hacer cualquier otro plan. Ojalá poder vivir todas las Semanas Santas de esta manera.

Facundo Micheloni

 

El primer día de la misión, hicimos una actividad de preguntas y hubo una en particular que fue la siguiente ¿Alguna vez viviste Semana Santa de misión? Mi respuesta fue no. Por lo general, vivía más una «semana de turismo». Aun siendo católica, me tomaba este tiempo como minivacaciones para descansar, dejando de lado a la persona más importante: Jesús.

Después de mi experiencia en Tabor, no puedo imaginar vivir una Semana Santa sin misionar. Aprendí que este tiempo es un período de profunda reflexión y renovación espiritual. Durante estos días, medité sobre el misterio del amor de Dios manifestado en la Pasión, Muerte y Resurrección, y cómo este amor transforma nuestras vidas.

Estoy hace dos años en el movimiento, y lo que más me llamó la atención al principio fue el enfoque en María. En Schoenstatt, encontramos en ella un modelo de entrega total a la voluntad de Dios, especialmente durante la Semana Santa. Su valiente presencia al pie de la cruz nos enseña el valor de permanecer fieles en medio del sufrimiento y las adversidades.

A lo largo de la misión María fue clave, porque cada vez que estábamos cansados, recordábamos su ejemplo.

Ese ejemplo de fe, que logró atravesar todo con amor, confianza y entrega en el propósito que Dios le dio.

Con María como guía, seguimos adelante sin rendirnos y llevándola a todas partes para que la gente la siga conociendo.

Estas experiencias hacen que cada día siga aprendiendo un poquito más y me siga enamorando de Ella.

Inés Iraola

Juventud Femenina

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