Retiro de matrimonios
1 de noviembre de 2022
La misión salvífica de la Mater
Con gran alegría hemos compartido un fin de semana con ustedes, queridos hermanos en la Alianza. Un par de días que nos han hecho reflexionar mucho sobre la vivencia de Schoenstatt que hemos encontrado en sus tierras. Un Movimiento reducido, pero fuertemente patrimonial; un Schoenstatt que lucha por despegar, que con poco sueña en grande.
Para entender algo de esa realidad que vive la Familia en Uruguay he tenido que adentrarme un poco en la historia religiosa del país y de su gente. Me llamó poderosamente la atención que es el país del continente americano con mayor porcentaje de personas no religiosas, más del 41%. Así mismo me sacudió saber que en 1995 el 66% de la población se declaraban católicos y que ahora solo el 36% lo hace.
Sin querer hacer comparaciones mi mente recordó que en Paraguay el 87% de la población es católica y que somos varios miles los schoenstattianos. Es fácil ser mariano en un país profundamente devoto de la Virgen, pero qué difícil debe serlo en una nación aconfesional… ¿Qué estará esperando la Divina Providencia de todo el esfuerzo que hacen unos pocos uruguayos católicos que aman a su Madre y Reina?
¡Allí saltó a mi pensamiento la figura profética del Padre Kentenich clamando que el segundo fin de Schoenstatt es “el rescate de la misión salvífica de occidente” y que el escenario donde Dios nos llama a vivirlo en Alianza es en Uruguay!
Los porcentajes que hablan de la pérdida de la creencia en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo son el claro reflejo del paulatino olvido de la misión salvífica, de esa iniciativa del Dios salvador y redentor que sale al encuentro de la humanidad, que busca salvar a la humanidad y devolver a la persona su dignidad. Como movimiento específicamente apostólico, Schoenstatt, desde el inicio, se ha sentido llamado por Dios a asumir la misión salvífica y a ser un baluarte de la cristianización o recristianización del mundo.
Esa misión encarna la especial responsabilidad del cristianismo de Occidente por la evangelización del mundo y ahora particularmente al schoenstattiano de Uruguay por evangelizar su nación. Eso es lo que hemos visto y vivido con la Familia de Uruguay, un Schoenstatt, miembro vivo de la Iglesia, que está llamado a ser particularmente responsable de asumir, salvar y rescatar la misión redentora del cristianismo.
Y para esa misión cuenta con las mejores herramientas: una aliada colosal como es la Mater, repartiendo dones y gracias desde su santuario de Nueva Helvecia y un padre Fundador que nos hace nacer en el carisma tan rico de Schoenstatt, que nos impulsa a ser santos de la vida diaria, que nos enseña a ser fieles instrumentos del Dios creador y que nos invita a vivir cada instante sumergidos en la Fe práctica en la Divina Providencia.
Me llena de admiración y de orgullo haber conocido tantos valientes uruguayos que inmersos en el espíritu de Schoenstatt luchan por una obra tan noble y necesaria como es devolver la gloria de Dios a toda una nación. Cuenten con nosotros para lo que el fiel y fidelísimo cumplimiento de su misión requiera, les pertenece nuestro corazón… ¡Con María, alegres en la esperanza y seguros de la victoria hacia los más nuevos tiempos…!
Carola y Marcelo Luzardi
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