Misión Tabor 2023
Otra Semana Santa que pasó y otra Tabor vivida por la Juventud del Movimiento.
Este año fuimos 25 los jóvenes que dimos nuestro Sí a la misión, ofreciendo nuestro descanso y el tiempo que dejamos de estar con nuestras familias. Un Sí a compartir en comunidad, entre los misioneros y con aquellos que son de la Parroquia. A llevar un mensaje de esperanza a aquellos que sentían cómo el individualismo nos aleja de aquellos cercanos a nosotros, nuestros familiares, vecinos.
A más de una semana de la misión sigo recordando los encuentros con los vecinos; aquellos que creían y nos compartían su historia de fe con sus subidas y bajones, y aquellos que aun no creyendo nos compartían sus historias de vida.
Uno siempre va con miedos a una misión, que no sea lo esperado, a no ser recibidos por la comunidad o que no alcance el nivel de otras misiones. Pero hay que confiar en la Mater, que Ella te va a abrir la puerta y te asombrará en los detalles, ya sea en cómo está presentado el Santuario en la Misión o un gesto de alguien que no conoces tanto…
Nuestra misión en el barrio recién está comenzando y espero que con los años podamos seguir llevando a María a quienes más la necesitan y que cada Tabor sea mejor a la anterior.
Martín
En el primer encuentro previo a esta misión Tabor me preguntaron “¿Cómo llegaste a nosotros?”, yo había creído que era realmente una “casualidad”, pero terminé dándome cuenta de que era otra de las formas misteriosas que la Providencia tiene de actuar en nosotros. Es tan saciante e inexplicable lo que se siente cuando finalmente comprendes que era todo obra suya.
Acercándose la Semana Santa decidí buscar una comunidad que haga retiros en esta semana para poder acompañar a Jesús y poder vivir con intensidad estos días tan importantes acompañándolo en este dolor y sacrificio tan grande. Fueron tres los lugares que por distintos motivos no iba a poder participar de sus retiros. En ese momento ya tenía la idea hecha que no iba a poder darse este año, hasta que me llegó un mensaje de una amiga que por pura casualidad se había enterado de un Movimiento católico llamado “Schoenstatt” que hacía una misión. Sin saber muy bien de qué se trataba fui al primer rodaje en el que explicaron que eran un movimiento mariano y un poco en lo que se basaban.
No era mi idea inicial de cómo me imaginaba viviendo esta Semana Santa, pero algo adentro mío hizo que ni lo dudara y decidí ir y dejarme sorprender. Los pensamientos de “una misión no era lo que más buscas”, de “no conoces a nadie” o de “cómo vivirán la Pascua un movimiento tan centrado en María” pasaban por mi cabeza, pero con todas esas preguntas y sentimientos fui igual.
Todas estas preguntas e inseguridades desaparecieron muy rápido al comenzar a vivir esta Semana Santa. El jueves todo fue muy ilustrativo lo que me ayudó a poder sentir más en profundidad lo que fue el Jueves Santo. Desde la Misa en el que el sacerdote lavó los pies a algunas personas, así como Jesús hizo con sus discípulos, lo que me recordó este acto de humildad tan grande que Él tiene, predicando no sólo con la palabra, sino con el ejemplo.
Siguiendo con la representación de la Última Cena, me ayudó a preparar mi corazón para un día de tanto dolor como fue el Viernes Santo. El viernes acompañamos muy de cerca a Jesús, siendo el día en el que el realiza el acto más grande de amor que puede llegar a existir, el día en el que se sacrifica por todos nosotros, en este día Él vive la peor de las humillaciones, el más grande dolor y todo por nosotros para que podamos sentirnos comprendidos por Él. Hicimos un Vía Crucis en el que vivimos un poco todo esto que Jesús pasó para intentar estar lo más cerca de Él posible. Terminamos el día con la noche heroica, en la que rezamos en el correr de toda la noche turnándonos en grupos, para poder acompañar a Jesús en cada momento lo que fue muy emocionante. Me encontraba ahí a las 2 de la mañana sin una gota de sueño, rezando con el corazón abierto, intentando que se sienta acompañado.
Intentando poner en palabras lo que significa para mí este sacrificio, que me ayuda en cada momento difícil saber que Él es el único que me hace sentir comprendida y el único que puede hacer que el dolor se alivie. Diciéndole que estoy acá por Él, sin importar todas mis dudas porque sabía que si Él iba a ser parte de esto nada podía salir mal. Fue un día muy fuerte en el que sentí que pude entregarle algo de mí.
El sábado acompañamos a María arrancando el día con “la soledad de María”. Este fue el momento de la misión en el que pude sentir que Jesús me dio la respuesta a dos cosas y encontré el propósito de haber participado de la misión y de las personas con las que estaba. Hace mucho pedía que mi vínculo con María sea más fuerte, sentía que no le estaba dando la importancia que se merece en mi vida. Este movimiento hizo que por fin pueda sentir eso que me estaba faltando para poder vivir mi Fe de forma completa. Me dio ese vínculo que tanto buscaba. Este año no solo viví la Pascua al lado de Jesús, sino que la compartí también con María. Ese mismo día en la tarde se dieron las actividades con los niños del barrio, y en ese encuentro fue cuando recibí el sentido de pasar esta Semana Santa misionando. Hace bastante estaba buscando la manera de no solo vivir la Fe en silencio sino de compartirla con los demás, intentando de poder llegar a alguien mostrando que este camino es mucho más fácil si te abrís y lo compartís con Dios. Estaba jugando con una nenita de más o menos 6 años, que apunta al Santuario que teníamos armado afuera y me dice “¿Qué es eso?”
Intentando explicar un poco, empecé a hacerle algunas preguntas para saber qué es lo que ella sabía. Le pregunté:
“¿Sabes quién es María?” me dice que no, sigo preguntando “¿sabes quién es Jesús?”, tampoco sabía, “¿Dios, sabes quién es Dios?” tampoco… Ahí arranqué a explicarle como en una historia, lo más sencillo posible, un poco desde el principio, le di una estampita y le dije que cuando quiera hablar con alguien, María y Jesús la iban a escuchar y ayudar. En ese momento pude entender y darle propósito a lo que estaba yendo a hacer. Pude saciar esas ganas de hacer que alguien lo conozca y sepa lo que hizo por nosotros.
El primer día nos contaron de las tres gracias del Santuario que concede la Virgen. La primera el cobijamiento, si tengo que pensar en una sola palabra para describir cómo me sentí con este grupo increíble de personas realmente es cobijada, desde el minuto uno me sentí así, cómoda, parte de ellos, aunque los acababa de conocer. Lo más lindo es que se nota la genuinidad con la que lo hacen, se nota que María está entre ellos y manifiesta esta gracia a través de cada uno.
Es así, cuando y donde menos te lo esperes Él va a obrar en tu vida dándote eso que tanto le pedís, sólo hay que confiar, tener fe y dejarte sorprender porque Él nunca te va a defraudar.
Gracias a este grupo de personas por haberme hecho sentir parte y gracias a Él por seguir sorprendiéndome y hacerme sentir cada vez más cerca suyo.
Dolores Bello