Charla de la Rama de Profesionales
Rescate del Orden Social Cristiano
Coronación de María
Grandes jornadas – Padre Kentenich
Octubre 1946
Primera Conferencia
A la sombra de este Santuario, de este pequeño Santuario, se co-decidirán esencialmente los destinos del mundo y de la Iglesia, por siglos…
¡Una expresión importante! ¿Creemos en estas palabras?
Nos alegramos cordialmente porque nosotros, gente tan pequeña, así como nos hemos desarrollado, fuimos llamados como instrumentos en las manos de la Santísima Virgen para una tarea tan importante.
Somos portadores de una gran misión, que aspira a participar de la Iglesia.
A veces hablamos de Schoenstatt como estado ideal, y otras, como de un Reino.
¿La Mater es la reina del reino de Schoenstatt?
En una primera etapa de Schoenstatt, el P. Kentenich se dedicó a formar la Familia y Schoenstatt es obligado a concentrarse en sí mismo y a actuar en el subterráneo por la persecución nacionalsocialista, hasta el tiempo de Dachau.
Su ida a Dachau estaba en los planes de Dios como un medio de santificación propia y santificación para su familia espiritual, la Familia de Schoenstatt.
El 20 de enero de 1942, tras renunciar a la posibilidad de evitar este sufrimiento, el Padre ingresa al campo de concentración de Dachau, compartiendo el dolor de miles de judíos, prisioneros políticos, y demás personas consideradas peligrosas para el régimen de Adolf Hitler.
Permaneció en Dachau hasta el fin de la guerra, en 1945.
La estadía en el campo de concentración, lejos de significar el debilitamiento de la Obra de Schoenstatt, contribuyó a acrecentar la paternidad espiritual del P. Kentenich hacia su Familia y la fidelidad de sus hijos espirituales hacia él.
La Obra creció enormemente en profundidad y en su entrega a Dios, y se confirma así la autenticidad de su misión para la Iglesia, pasando por las mayores tribulaciones que se podrían esperar.
Las oraciones en Dachau: su intención era despertar a la gente y descubrir el misterio de Schoenstatt.
La familia es la célula fundante de la sociedad y por eso hay que restaurar primero a la familia par que ella a su vez sea factor de sanación de toda la sociedad.
De esta manera, cada una de las comunidades que conforman la Iglesia, debería ser, en fidelidad a su carisma propio, un reino ideal.
Queremos ser un reino en pequeño, un estado ideal integrado a la Iglesia con el objetivo expreso de procurar que otras comunidades de la Iglesia sigan nuestro ejemplo, y de esta forma, anhelamos hacer nuestro aporte para la restauración del orden social.
La realeza de Cristo y de la Santísima Virgen, son la causa de nuestra alegría.
Nosotros debemos colaborar en la tarea de hacer que su dignidad real sea reconocida en todo el mundo. Tenemos la oportunidad de ser nosotros mismos las coronas vivas.
Los que deben reinar son Cristo y la Santísima Virgen, y nuestra tarea es contribuir a que así sea siempre.
Tener en cuenta que la coronación es una forma de la Alianza de Amor: luchar para que se reconozcan los derechos de soberanía de la Santísima Virgen, y que Ella puede ejercerlos en todo lugar y de manera original. Si colocamos una corona sobre su cabeza, ella a su vez nos alcanzará una corona.
De ahí la esperanza de que en estos días seamos también coronados por ella. Solo los príncipes y princesas, los reyes y las reinas reciben una corona…
¿acaso este obsequio de la corona que nos hace la Santísima Virgen no debería colmarnos de una inefable alegría?
…¿Conoces aquella tierra preparada para el combate,
acostumbrada a vencer en todas las batallas:
donde Dios se desposa con los débiles
y los escoge por instrumentos;
donde, no fiándose
de las propias fuerzas,
todos confían heroicamente en El
y están dispuestos a entregar por amor,
con júbilo, la sangre y la vida?…
Ése es el reino de Schoenstatt, un reino que cree firmemente haber sido llamado por el Amor eterno a colaborar en esta obra.
¡Qué gran tarea tenemos por delante! Nuestra lucha es la lucha por el reino de Cristo, de María Santísima y de la Iglesia.
Somos un pequeño rebaño, solos en medio del mundo, que quiere coronar a María Santísima como reina de todo lo creado.
Desde los inicios de nuestro Movimiento, nos hemos considerado como un ejército joven al servicio de María Santísima, y llenos de anhelos de conquistar el mundo para ella.
Un ejército… sí, desde el alba de nuestra historia estuvimos marcados por la experiencia de la lucha.
Recordemos cómo la generación fundadora tuvo que partir hacia el frente de batalla durante la Primera Guerra Mundial. Schoenstatt nació y creció en tiempos de la Gran Guerra.
Somos un ejército joven, desde 1914 a 1946… somos jóvenes. Conservamos la frescura y el entusiasmo de la primera hora. Si miramos al pasado, que sea únicamente para fortalecer la conciencia de nuestra misión.
Al ser un ejército, el anhelo de conquista lo llevamos en la sangre.
Somos miembros de la Iglesia, que quiere lanzarse a la conquista en alas del mandato de Jesús de “ir por todo el mundo y proclamar la buena nueva a toda la creación”.
Sabemos que la Iglesia no será reina del mundo de un día para otro, pero sí sabemos que somos un ejército joven, y por lo tanto en nosotros hay un hálito de eternidad que nos enciende en deseos de conquista.
No importa que seamos pequeños e insignificantes, ello no es obstáculo para nuestros inmensos deseos de conquista.
¿Qué es lo que quiere la Santísima Virgen de nosotros?
Despertar nuestro valor para la batalla y nuestra voluntad de luchar.
¿Qué habremos de responderle?
En el silencio del corazón, o todos a coro, en comunidad y llenos de gozo:
¡nuestra vida por nuestra Reina!
Tercera Conferencia
Coronar a María Santísima, es colaborar en la obra de rescatar el orden social cristiano: ofrecemos nuestro aporte a la obra de rescate del orden social cristiano, de rescate del mundo.
Es una alegría poder contemplar coronas y cabezas coronadas. Queremos colocar una nueva corona sobre sus cabezas, con la esperanza de recibir también una corona a cambio, de ser nosotros mismos una corona.
Nuestro objetivo es echar los cimientos de un reino ideal de Schoenstatt. Pero se trata de un reino que a su vez esté incorporado en el reino de la Iglesia y en correspondencia con otras partes de la misma.
No se rescata al orden social solo mediante discursos, sino poniendo manos a la obra. Para construir un estado ideal, hay que fundar una familia ideal. Y una vez que nos hayamos puesto de acuerdo en el plano de las ideas, hay que pasar a la práctica. Aspiramos a formar una Iglesia ideal en pequeña escala. Debemos esmerarnos por integrarnos siempre a la Iglesia, y esto trae aparejado consigo otra tarea: ser factor de inspiración para otros grupos o partes de la Iglesia.
El misterio de Schoenstatt, debemos llevarlo a la práctica, poder darle forma en la realidad concreta.
Se debe analizar cuán importante es que cada rama tenga una comunidad de elite, en la cual se cultive con pureza los ideales de la familia y se los vuelque a la práctica con la mayor perfección posible.
Que nuestras comunidades de elite apunten siempre a incorporar a los mejores. En nuestro caso, significa recibir a aquellas personas que se abran al misterio de Schoenstatt y aspiren a la santidad de la vida diaria.
Fundamental hablar de la gratitud, tenemos la obligación de ser agradecidos, y la gratitud nos alienta fuertemente a coronar a María Santísima como Reina del mundo.
Que la gratitud no sea solo un acto aislado, sino una corriente continua dentro de la familia.
Tengamos en cuenta que la coronación está sugerida en Actas de fundación: su espíritu es siempre el mismo, el de una Alianza de Amor perfecta de la Madre y Reina tres veces admirable de Schoenstatt con Schoenstatt, una Alianza de amor perfecta, cuyo rasgo original es una perfecta fe en la divina providencia, y que además genera una perfecta conciencia de misión.
Se trata pues de tres conceptos:
- Perfecta Alianza de Amor
- Perfecta fe en la Divina Providencia
- Perfecta conciencia de misión.
¿Cuál es el mensaje de Schoenstatt? Guiar al mundo hacia una profunda alianza con María Santísima, para que la Alianza de Amor con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sea y siga siendo siempre una Alianza permanente, honda e inquebrantable.
Nuestra misión consiste en hacer que el mundo entero tome conciencia de esa Alianza de amor.
Al contemplar las dificultades que se ciernen, recordemos que quien haya asumido el espíritu de las Actas de Fundación tiene presente en todo momento aquellas palabras: no se preocupen por el cumplimiento del deseo de ustedes… seamos fieles a la Alianza de Amor.
Cuarta Conferencia
Vivimos en un tiempo de derrumbe de un “viejo mundo”, de desmoronamiento de realidades que en otra época fueron veneradas como grandes.
Por eso es muy importante tener presente el carisma original que Dios nos ha regalado, fortalecer el sentimiento de responsabilidad por él, y cultivarlo con una cierta unilateralidad orgánica para evitar que se debiliten nuestras fuerzas vitales.
El espíritu de las actas de fundación se traduce en una perfecta alianza de amor de la Madre y Reina tres veces admirable de Schoenstatt con Schoenstatt.
Alianza que a su vez presenta como rasgo especial el cultivo de una perfecta fe en la Divina Providencia y que suscita además una perfecta fe en la misión.
Las gracias de peregrinación:
- La gracia del cobijamiento nos da la posibilidad de descansar en el corazón de María Santísima y a través de su corazón en aquel del Hijo, del Padre y del Espíritu Santo.
- La gracia de la transformación interior, a la cual ya hicimos referencia en la santificación de la vida diaria. La transformación interior es la respuesta de la vida al llamado que le dirige el Dios de la vida.
- Por último, la gracia del envío: no temamos salir al mundo.
Debemos ser hombres revestidos de sol, Cristo es el sol.
Tenemos que ser personas de carácter firme, pequeños reyes y reinas que marchen en el cortejo de la gran Reina.
Seamos hombres que no pierdan de vista las estrellas de los ideales. Digámosle sí a los ideales, pero a los ideales resplandecientes, magníficos, sobre todo el ideal que se fijó nuestra familia desde el comienzo: ser obra e instrumento en manos de nuestra Santísima Virgen para estampar sobre la faz de todo el mundo los rasgos del Amor eterno.
Quinta Conferencia
Danos fe en Schoenstatt y en Pallotti, y que este signo de unidad nadie nos lo arrebate (HP)
No tenemos derecho a presionar a la comunidad a la que no pertenecemos. Nuestra tarea es servir a la vida, brindémosle nuestro aporte para que dichas comunidades sean fecundas según su propio espíritu.
Parte de mi estilo y táctica personal es “pasar a un segundo plano” una vez que la tarea no está ya directamente en mis manos. ¿Por qué? En razón del respeto por la vida y libertad de aquellos a quienes sirvo. Pero ese retirarse no significa desentenderse, sino una nueva manera de acompañar los procesos.
La Obra de Schoenstatt que ha hecho surgir la Santísima Virgen no es otra cosa que la proyección y perfeccionamiento en la vida de los ideales de Vicente Pallotti.
La Madre del Señor ha edificado en este lugar un reino original.
¿En qué aspectos se observa esa originalidad? En la tendencia a lo universal y a lo orgánico, a la solidaridad, al radicalismo y al idealismo.
Universalismo en el plan del ser
Universalismo en el plano de la vida
Universalismo en el plano de la acción
- a) Universalismo en el plano del ser: respetar los distintos órdenes del ser.
Desde los inicios del Movimiento, venimos cultivando una actitud de hondo respeto ante el orden del ser, trátese de la causa primera, del Creador, como de las causas segundas, las creaturas.
La causa primera -Dios- no solamente mantiene en la existencia a los hombres y a los animales, sino que comunica el movimiento a todo lo que se mueve y la acción a todo lo que actúa
La acción divina ni impide ni limita la acción del hombre- la causa segunda- y con ello se establece un concepto primordial particularmente importante para el Padre Kentenich: el hombre es libre para escoger el salvarse o condenarse y para salvarse, debe ofrecer su libertad y aceptar ser instrumento de Dios.
- b) Universalismo en el plano de la vida
Schoenstatt es y seguirá siendo un movimiento pedagógico, un movimiento de educación.
Que allí donde actúe un hijo de Schoenstatt, se advierta que está obrando un educador con carisma.
Para ser pedagogo, no basta con tener conocimientos teóricos, sino que hace falta poseer el carisma del amor y del servicio desinteresado. Sirvamos a toda forma sana de vida con desinterés, y no lo olvidemos: con desinterés.
- c) Universalismo en el plano de la acción
Cultivar una actitud universalista frente a las personas, los medios y las actitudes.
Todo debe ser integrado en la órbita de nuestros ideales y actividad apostólica. Coronemos a la Santísima Virgen y ella velará para que esta obra se realice.
Sexta Conferencia
En estos días hablamos sobre un reino ideal. Para ello, debemos implorarlo a Dios; que no seamos meros proclamadores de ideas, sino también portadores de una fuerza divina.
Desde la época de León XIII (su pontificado se desarrolló entre 1878 y 1903) se hacía referencia al liberalismo que había comenzado a precipitar a la sociedad por la pendiente del mecanicismo, proponiendo la independencia de Dios y de las leyes naturales. Como consecuencia de esta concepción, el mundo y la sociedad son hoy semejantes a una gran máquina.
¿Cómo hacer para que retorne el orden querido por Dios?
Si queremos edificar un reino ideal, luchemos con fervor, tal como lo venimos haciendo hasta ahora, por el derecho natural y todos los requerimientos y desafíos que nos hace, sean cuales fueren.
El hombre occidental sufre una desintegración interior debido al exceso de actividad, por eso tarde o temprano se reencenderá el anhelo de soledad y el deseo de redescubrir la vida eremítica. Por ese motivo, se tomó la decisión de que vivan ermitaños en el Monte Sión, al menos por determinados períodos.
Tengamos en cuenta que nuestro Movimiento es una Iglesia en miniatura, en donde queremos ensayar una respuesta a todos los problemas que plantea la sociedad actual.
Qué importante es la libertad, si no protegemos y valoramos en todo momento la libertad del ser humano, no podemos soñar con un estado ideal.
Citamos el principio del Padre: “Vínculos obligatorios sólo los necesarios, libertad cuanta sea posible, y por encima de todo, cultivo del espíritu.” No es algo improvisado, sino que atrás de este pensamiento hay espíritu, meditación y una actitud permanente para captar los problemas del mundo de hoy, para poder darle una solución adecuada. Primero, en un círculo pequeño, para luego buscar la posibilidad de actuar en círculos más amplios.
La enfermedad de la sociedad de hoy es la desintegración completa de todo tipo de orden. Todo es visto como una máquina, tanto el mundo como los pueblos son considerados máquinas.
El remedio más adecuado para esta enfermedad se llama pensamiento orgánico.
Relacionado con el organismo de vinculaciones, el Padre insistía en formar un tipo de hombre capaz de vincularse, es decir, de ligarse afectivamente en forma estable con la realidad, particularmente con las personas, tanto del orden natural como sobrenatural.
En otras palabras, pretende formar un hombre que sea libre para amar, capaz de dar amor y de recibir amor; que se posea a sí mismo para darse a los demás. Ahora bien, siendo ésa la meta que perseguimos, el camino pedagógico para lograrla es coherente con ella: consiste en enseñar y aprender a amar o a vincularse.
Cuando hablamos de vínculos entendemos por ello un lazo de amor afectivo, estable y libre. No se trata, por lo tanto, de un mero encuentro, de una amistad superficial, de un enamoramiento pasajero o de sensiblería.
El vínculo es un lazo de amor cargado de afecto, pero al mismo tiempo lúcido, que comprende la fuerza de una voluntad que se da libremente y del amor que Dios mismo infunde en nuestros corazones por el Espíritu Santo.
- Vinculaciones a personas (familia, grupos, María, santos…)
- Vinculaciones a lugares (Santuario, Santuario Hogar…)
- Vinculaciones a ideas o valores.
Ofrezcámosle a la sociedad, a la Iglesia y al mundo, todo aquello que Dios nos ha regalado.
Tenemos una misión que nos compromete seriamente. No podemos quedar en un segundo plano, comiendo y bebiendo y de cuando en cuando haciendo algunas críticas más o menos ácidas. No, no hay tiempo para eso, el mundo está inmerso en una revolución total.
Novena Conferencia
Consagrarse a María Santísima significa reconocer su soberanía sobre el mundo.
Dios actúa en el orden natural por medio de causas segundas, y Dios también actúa en el orden sobrenatural por medio de causas segundas.
¿Cuáles son las razones para la Coronación de la Santísima Virgen?
Reconocer su soberanía, reconocerle su derecho de reinar sobre todo el mundo.
La Santísima Virgen no tiene el derecho de mandar sobre nosotros, sí en cambio podemos decir que hacemos lo que nos manda porque sabemos que su voluntad está en consonancia con la voluntad de Dios, con la voluntad de su hijo. Por eso jamás nos va a mandar algo que vaya en contra de esa voluntad.
¿Qué significa coronarla?
Ella no es reina del mundo porque nosotros la coronemos como tal, sino que la coronamos porque ella es la Reina del mundo.
El reinado de María Santísima es el medio para reconocer el reinado de Cristo Jesús.
El gran medio para salvar el mundo es colaborar para que vuelva a tener a Cristo en la cabeza. No basta pensar en uno mismo, vivimos en un momento de conmoción a nivel mundial, que requiere de nosotros una especial sensibilidad para lo social.
El Estado no debería ser un Estado a secas, sino una familia. Y una familia no solo tiene cabeza, sino también un corazón, y ese corazón es la Santísima Virgen.
¿Cuál es nuestra misión?
Volver a brindarle al mundo una cabeza y un corazón. Vale la pena vivir, luchar y morir por esa misión, por este ideal tan auténtico y tan elevado, distinto a aquellos que entregan su vida por simples espejismos.
Dejémonos conducir por la ley que dice que el orden del ser es el orden de actuar, tengamos el coraje de obrar siempre en armonía con el ser de las cosas, para poder ser fieles a nuestra misión.
¿Cuáles son los compromisos que asumimos con la coronación?
- Vivir y proclamar el mensaje de Schoenstatt.
- Coronar a María Santísima como Reina del mundo es
- reconocer su reinado universal
- suplicarle que extienda más y más su reino sobre la faz de la tierra
- pedirle también que nos utilice como sus instrumentos.
Nosotros nos declaramos dispuestos a entregarlo todo en la obra de extender su reino en el mundo.
Décima Conferencia
Nuestra tarea consiste en conformar en nuestros grupos un reino ideal, y tenemos que cumplir esta misión a toda costa.
Que el reino de Schoenstatt sea un reino ideal, un reino en miniatura. De ese modo no pasará mucho tiempo hasta que las personas sensibles a las voces del tiempo imiten nuestro ejemplo y se sumen a la obra de hacer que cada familia sea un reino ideal. Solo por este camino, desde lo pequeño hacia lo grande se puede esperar la recuperación del orden social, su rescate y saneamiento.
Que todo el mundo valore y asuma una actitud mariana, que reconozca nuevamente a Cristo como el gran Rey del mundo, y junto a Él, a María Santísima, Reina del mundo.
Que toda tierra en la cual vivamos, que hasta el ambiente más pequeño en el que nos toque trabajar, luche por un orden social orgánico en el cual Cristo sea la cabeza y María Santísima, el corazón.
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