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Carta de la Hna Mariela

Carta de la Hna Mariela

Querida Familia:

Estamos viviendo este día de Alianza en camino hacia la celebración del Centenario del comienzo de la Rama femenina en Schoenstatt, el 8 de diciembre. No es una celebración de poca importancia para Schoenstatt. La “columna femenina”, como solía llamarla Nuestro Padre Fundador, ha sido sólida en la entrega a la misión y ha sido elegida por Dios para la fundación de Schoenstatt en muchos países fuera de Alemania, especialmente en América y en África. Y en forma especialísima como instrumento para la construcción del Primer Santuario Filial del mundo, aquí, en nuestra tierra uruguaya.

Y no es extraño que precisamente en este año de jubileo, se presenten tantos ataques al Padre y a nuestra Familia de Schoenstatt, especialmente a la “Columna femenina”.

Esto nos ha sacudido desde lo profundo, nos sorprende, nos desconcierta. Nos presentan sin respeto aspectos muy poco conocidos de nuestra historia y sacados totalmente de contexto. De aquí que no entendamos cuál es la intención de fondo, cuál su finalidad. Pero sabemos que de todos modos, es el Padre lleno de amor y misericordia quien conduce nuestro camino y “los peñascos destinados a exterminarnos, se convertirán en poderosos peldaños que nos conducirán más eficazmente hacia Dios”.

Todo esto lo estamos viviendo en este tiempo de Pandemia, que también nos lleva a vivir sorprendidos, inseguros y frágiles. Pero ambos sucesos, nos han hecho crecer en una vivencia de unidad familiar a nivel internacional, como nunca lo habíamos experimentado.  La coronación del 15 de abril por la salud física y espiritual reunió a los hijos de Schoenstatt de todos los continentes, de todas las razas, de tan diversas culturas. También el amor y la adhesión al Padre se ha acrecentado y se expresa en una corriente de oración por su canonización a nivel internacional y por la intención de leer más, de conocer más el carisma que Dios le ha regalado a nuestro Padre y a toda nuestra Familia de Schoenstatt.

Vislumbramos tiempos oscuros, de luchas, pero también tiempos de Dios, tiempos de Alianza. Hoy, al renovar nuestra Alianza de amor con la Mater, en este mes de María, nos entregamos una vez más, incondicionalmente, para que ella pueda utilizarnos como testigos fieles de la misión que nos ha sido confiada. Que seamos hijos creíbles, pues sólo eso es garantía de la autenticidad del carisma.

Hna. Mariela

 

“No hay nada tan semejante a Dios,
como una mujer noble,
que con noble soltura y sencillo dominio de sí y llena de Dios,
posee el auténtico espíritu de la libertad interior de los hijos de Dios”.

 

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