Retiro abierto de mujeres
El sábado 2 de abril la Mater recibió con un día radiante a un grupo de mujeres en el Santuario de Nueva Helvecia para realizar un retiro cuyo tema fue: «Un nuevo diálogo centrado en la confianza».
La mañana comenzó con una meditación a cargo de nuestra Asesora la Hna. Mariela González. Con tiempo de silencio, de meditación, de adoración…
Después del almuerzo, detrás del Santuario llegó el momento de acompañar a Jesús en el Via Crucis.
A continuación el Padre Valentín Goldie brindó una charla a partir del Salmo 22. El retiro culminó con la celebración de la Santa Misa en el Santuario.
Reflexión a cargo del P. Valentín Goldie: Confianza en la Misericordia
El evangelista pone en boca de Jesús crucificado la frase “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Esto nos causa cierta perplejidad ya que puede sugerir el abandono de Dios. Pero esta frase es el título del Salmo 22, por lo que podemos pensar que Jesús estaba rezando el Salmo completo en ese momento.
Así como hoy recordamos canciones completas, en aquella época el libro de los Salmos era como nuestros cancioneros y no es de extrañar que el Señor supiera de memoria los salmos.
Es un salmo que tiene de todo y es también un salmo de confianza.
Comienza expresando la desesperación del que reza:
1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
2 Dios mío, de día clamo y no respondes;
y de noche, pero no hay para mí reposo.
No sabemos en qué situación se encuentra la persona, pero sí sabemos lo que siente, mucha angustia, soledad, abandono, lejanía de Dios donde nadie lo acompaña.
Historias del actuar de Dios en el Pueblo. Fundamento de la confianza.
3 Sin embargo, tú eres santo,
que habitas entre las alabanzas de Israel.
4 En ti confiaron nuestros padres;
confiaron, y tú los libraste.
5 A ti clamaron, y fueron librados:
en ti confiaron, y no fueron decepcionados.
La persona está muy mal, solo, abandonado, sin experimentar la cercanía de Dios, pero dice “Sin embargo…” Recuerda el actuar de Dios en el Pueblo, aunque sea en otros, o en el propio pasado. Recordar las viejas glorias.
San Ignacio dice: cuando estés en un tiempo de desolación, cuando estés en la mala, en la muy mala, acordate de los tiempos de consolación, acordate de esos tiempos donde experimentabas la cercanía de Dios, que Dios estaba contigo y todo el mundo te sonreía.
Recordá también las historias que uno recibe sobre el actuar de Dios.
Sabemos que Dios actuó en el pasado y eso alimenta la confianza.
Hay una oración a Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro que empieza: “Nunca se ha oído hablar de alguien que clamando a ti, tú no hayas respondido…”
Es esa misma lógica, comienzo reconociendo lo que Dios ha hecho en el pasado, en mí, en mi pueblo. Nosotros podemos pensar en el Padre en el Campo de concentración y la resultante creadora que de allí surgió, del Padre en el exilio y lo que al final resultó.
Realmente en el pasado, en el mío, en el de nuestro Movimiento, en el de nuestro pueblo, hay momentos donde se ha estado en la mala y de alguna forma Dios ha actuado.
Recordamos como salimos de las malas del pasado para alimentar nuestra confianza, pueden ser malas personales, parroquiales, del Movimiento…
Situación personal concreta
7 Todos los que me ven, de mí se burlan;
hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo:
8 Que se encomiende al SEÑOR; que El lo libre,
que El lo rescate, puesto que en El se deleita.
9 Porque tú me sacaste del seno materno;
me hiciste confiar desde los pechos de mi madre.
10 A ti fui entregado desde mi nacimiento;
desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios.
Además de estar pasando mal, lo peor es que otros se burlan de que está pasando mal. Ironizan sobre la situación.
Nos preguntamos ¿por qué me toca a mí?
Pero ¿por qué no me puede tocar a mí?
Nos podemos preguntar para qué nos pasa esto. Se dice fácil… pero no lo es.
¿Cómo me metí en esto? ¿Cómo fue que esto pasó? En algún momento pasó algo que no me di cuenta porque llegué a esta situación…
Ya al preguntar “para qué” estamos buscando un sentido y supone que hay esperanza, porque el para qué, los cristianos lo vamos a responder desde la perspectiva de un Dios que es providente y que tiene un plan de salvación, y que al final todo va a terminar bien.
Pedido
19 Pero tú, oh SEÑOR, no estés lejos;
fuerza mía, apresúrate a socorrerme.
20 Libra mi alma de la espada,
21 Sálvame de la boca del león
y de los cuernos de los búfalos; respóndeme.
Así expresa su pedido el salmista.
Confianza
En los versículos anteriores, el fundamento de la confianza está en el actuar de Dios en el pasado recordando las viejas glorias, en esta parte del salmo alimentamos la confianza con vistas al futuro. Los verbos empiezan a conjugarse en futuro. Antes estaban en pasado, luego en presente, ahora vienen en futuro. La convicción es que esto va a terminar bien y ya se piensa en qué va a pasar después.
25 De ti viene mi alabanza en la gran congregación;
mis votos cumpliré delante de los que le temen.
26 Los pobres comerán y se saciarán;
los que buscan al SEÑOR, le alabarán.
¡Viva vuestro corazón para siempre!
27 Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán al SEÑOR,
y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.
28 Porque del SEÑOR es el reino,
y el gobierna las naciones.
29 Todos los grandes de la tierra comerán y adorarán;
se postrarán ante El todos los que descienden al polvo,
aún aquel que no pueda conservar viva su alma.
30 La posteridad le servirá;
esto se dirá del Señor hasta la generación venidera.
31 Vendrán y anunciarán su justicia;
a un pueblo por nacer, anunciarán que El ha hecho esto.
Esta va a ser una ocasión donde Dios se manifieste. Estoy mal, me acuerdo de cómo actuó Dios en el pasado, miro el futuro, ya Dios va a hacer algo y lo seguiremos alabando recordando esto, porque algo va a pasar.
Esa es la actitud del salmista.
Si uno ve el salmo en su conjunto. Jesús rezando este salmo en la cruz tiene todo el sentido, absolutamente.
Ahora de alguna manera tenemos que apropiarnos de este salmo, que podamos reflexionarlo con nuestro espíritu schoenstattiano.
Cultivemos la historia colectiva del Movimiento. El padre miraba qué ventanita se abría para seguir actuando. Sabemos que hubieron resultantes creadoras.
Fue al campo de concentración libremente, cuando sale el Movimiento ya se había internacionalizado. En el campo se crean Ramas nuevas a nivel internacional y al mismo tiempo a las Hermanas de Nueva Helvecia se les ocurre construir el primer Santuario Filial y no estaban conectados de ninguna manera…
El padre cuando aceptó ir al campo seguramente no pensó en que iba a pasar eso. Hacemos memoria personal y colectiva.
Preguntas para la reflexión
La confianza en Dios se va gestando alimentada de recuerdos, personales y colectivos. Espero en Dios, porque tengo un fundamento en el pasado.
- Recordemos la historia del Movimiento, para alimentar esta esperanza: el campo de concentración, el exilio. Dialoguemos con el padre: ¿cómo hiciste para pasar esas situaciones?
- Los invito a tomar contacto con experiencias difíciles, experiencias de cruz, quizás situaciones presentes.
- Rezar la última parte del salmo, confiando en la resultante creadora. Ya alabo a Dios por algo que El hará pero todavía no veo.
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