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Tabor 2022

Tabor 2022

Les voy a contar un pequeño resumen de una Pascua cargada de emociones.

Todo comienza en José Ignacio, donde mi estadía como cocinero en un restaurante estaba terminando, es ahí donde por medio de una chica me aparece esta gran invitación para hacer una misión llamada Tabor. No tenía mucha idea de lo que era Tabor ni una misión en sí.

Fui a mi primer y último rodaje donde no pude conocer a los chicos y chicas del Movimiento. Pero las ganas de ir a la misión estaban con mucho fervor.
Antes de ir me replanteé muchas cosas que me pasaban, miedos de cómo evangelizar, qué me iba a encontrar, cómo hacía para aceptar y amar todo lo que iba a ver.
No quise buscar nada ni informarme antes, solamente me puse en manos de Dios y María, que se haga la voluntad de ellos y que todo se haga al modo de ellos.

Llegamos ese 13 de abril y todo iba normal de lo que venía viviendo, hasta el otro día donde ya me iban despertando cosas, como el ayuno del jueves que por decisión propia necesitaba hacer un sacrificio o mortificar, opté por el ayuno y mucha oración del rosario. Ese jueves luego de misionar caía la noche y teníamos la Misa de la última cena, una Misa muy especial por todo el ofrecimiento que había dado por el ayuno y mis oraciones. Recibir a Jesús limpio por dentro luego de vivir un día muy especial fue muy gratificante, me sentía un niño corriendo por todo el templo y luego descansando en sus brazos, apenas terminó la celebración tuvimos una adoración muy intensa y profunda. Yo no paraba de sentirme un niño, no quería salir de ahí, era como estar en el cielo algo increíble.

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Pero la misión seguía, los chicos nos esperaron con la última cena montada en el salón comedor, un detalle muy precioso y necesario para seguir viviendo una Pascua especial. Decidí continuar mi ayuno. Mis lágrimas de agradecimientos eran muchas, ver cómo se vivió esa última cena fue especial. Ver a los chicos teniendo un retiro de silencio pensando lo que se vivió y se venía.

Cuando llega el viernes entre misiones, risas, charlas profundas, oraciones, llega la tarde y tenían que elegir personajes para el Viacrucis, los chicos tuvieron el detalle de elegirme como Juan. Cada vez los regalos de Pascua eran más fuertes. Obviamente no podía tener un no como opción. Y ahí largamos el Viacrucis, un recorrido donde ver como golpeaban a Jesús de una manera bestial me hizo sentirme más y más seguidor en la fe y hacerme preguntas como, ¿por qué? ¿Esta es una entrega donde amas nuestros pecados? Siendo rey te haces leproso y nos amas como leprosos. Una cruz que no es tuya y es mía, condenado a morir por amar y entregado por amar. Aún escribiendo esto me llena de emoción, pero llega el momento de la muerte donde veo que el Espíritu Santo llega al lugar del sacrificio (actuado) y nos llena de emoción a cada uno de los misioneros, tuve la gracia de abrazar a Jesús sacrificado y ahí decirle muchas cosas sentirme como un verdadero pecador ante el que me perdoné por traicionarlo decirle que no muchas veces, ahí mismo no parar de abrazarlo y apretarlo de decirle gracias, gracias. Ahí mismo le dije un SI gigante a lo que él quería de mí que Él haga su voluntad en mí y que lo amaba con todo. En fin, la Pascua no paraba de sorprenderme. Pero el regalo más grande venía a lo último. Amanece el sábado frío, un día de duelo entero, pocas palabras mucha oración acompañando a María. Llega el silencio de María, una noche donde teníamos que acompañar a María en su dolor inmenso, el más grande que una madre puede tener.

Ese mismo sábado tuvimos la Vigilia Pascual, una Misa cargada de emociones porque sabíamos lo que se venía, que es Jesús Resucitado, luego toda la fiesta, llega la noche, la juntada entre los jóvenes misioneros, pero para mí llegó la parte del regalo de la misión, el regalo fue una charla muy linda con esta chica bajo la luz de la luna en una tribuna, Jesús me puso en frente a la mujer que tenía para mí. Suena muy de película, pero en realidad rezaba durante mucho tiempo un misterio por esa mujer. El regalo de la primera Pascua de mi vida, vivida de una manera muy especial.

Tabor es una misión que todo joven católico debería vivir. Sincerarte ante Jesús vale muchísimo. Hablar el mismo idioma entre los jóvenes, saber que ese idioma se llama fe y decirle un SI grande al entregarse a Él y que se haga Su voluntad. No tengo más palabras para describir cómo se vivió Tabor.
Schoenstatt, Tabor, gracias. Junto a María y Jesús me hicieron vivir mi mejor Pascua.

Gracias!

Joaquín Rodríguez Seijas

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